domingo, 29 de noviembre de 2009

Aunque tú no lo sepas.

Son más de las tres, y en menos de cuatro horas tendré que estar en pie, meterme en la ducha, decidir que vaquero (y no que camiseta) me pondré, tomarme un café a toda prisa y poner rumbo hacia mis clases, hacia el examen de las ocho de la mañana. Pero necesito escribirlo, hacerle un regalo, aunque no lo sepa. Es extraño porque rara vez hablo así de esto. Normalmente huyo de los escritos románticos que hablan de mí. Por alguna razón desconocida no me gusta mostrar demasiado a menudo los sentimientos más profundos de amor, cariño.
Pero creo que hay un antes y un después. Y que mejor manera de demostrarme a mi misma que he captado el mensaje, que he entendido que se acabó al antes y que estamos en el después.
Pero como me cuesta, y lo sé. Y lo sabe. Y no me lo dice nunca. O al menos casi nunca. Me deja a mi aire, sin intentar asfixiarme. Aunque también me hace sentir condenadamente mal, y es inevitable, no siempre todo sale bien. Pero como dije, hubo un antes y un después. Y mi antes era bonito, a veces. Era simple: o blanco o negro. Nunca había lugar para el gris o las medias tintas. Ahora las conversaciones son más fáciles, y aunque no lo parezca, poco a poco, todo ese miedo que se me había acumulado en el estómago, en los ojos, en el pelo, se va diluyendo. Muy despacio. Cada cosa tiene su propio ritmo y la aceleración de los procesos sólo conlleva a catástrofes(...)

Y en realidad, para lo que me senté aquí es para decir otra cosa, pero ¿ves? ¿Ves como me cuesta? Y le doy mil vueltas a la manzana antes de entrar en la cafetería y pedirme el café. No siempre.
Y vuelvo a desviarme.
Que no me quise permitir el echarte de menos, pero echaba de menos la forma en que me pedías a gritos que me fuese contigo y lo dejase todo. O lo que querías que dejase. Si que lo hacías, aunque nunca te lo dije. No siempre se te da bien disimular.
¿Y que pasa?

Que empiezo hablándole a la nada y termino hablándote a ti. Que aunque tú no lo sepas..

domingo, 22 de noviembre de 2009

Nada es lo que parece. Ya.


Tanto sentimientos como sensaciones son demasiado complicados, complejos y difíciles de explicar. Por eso cada persona siente y percibe de una forma concreta y única.
El corazón y el cerebro son órganos demasiado esenciales, pero también enormemente extraños, difíciles de manejar.
El problema es que ambos son tan delicados y frágiles que la más mínima alteración en ellos puede desencadenar un efecto dominó nefasto.
La diferencia entre uno y otro está en la manipulación; ya que el corazón casi siempre es demasiado inteligente y difícilmente podrás engañarlo.
En cambio, a la otra parte, el cerebro, siempre creyendo ser superior, muchas de las veces cae en la ignorancia. Y sabe mentir, si, pero también es engañado.

De cualquier forma, ni siquiera importa cuando todo lo demás no importa. Como decía antes, tanto sentimentos como sensaciones, son muy, muy complejos. Y peligrosos.



# Lyla dice que hay tantas cosas peligrosas que ni merece la pena pararse a contarlas.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Levántate y reacciona.



Todos, absolutamente todos cometemos errores. Unos son más graves, otros no tienen la menor importancia, algunos hacen que tu vida tome otro rumbo, otros hacen que vuelvas al punto exacto en el cual estabas.
Existen errores que dañan a quiénes más queremos, otros dañan sin más.
Piedras en nuestro largo camino, obstáculos que debemos aprender a sortear o en el caso de haber tropezado, aprender a resolver, levantarse y reparar el estropicio.


Pero hay decisiones, que pueden parecer erróneas y que incluso lleguen a perjudicarte. Decisiones a las cuáles puedes deberle tu ruina y también tu gloria.
Decisiones de las que te arrepentirías; te arrepentirías sino estuvieras ahora dónde estás.


Y tropezarías mil veces en la misma piedra con tal de llegar al punto exacto en el cual te encuentras.