martes, 31 de agosto de 2010

Where is my mind.


No importa. Ya se que no lo leerás.
Pero todo está silencioso y tengo que caminar de puntillas.
De cualquier manera..Te quiero.

domingo, 29 de agosto de 2010

Sinceridad pura y dura.

De eso va hoy. De vivir en el infierno. Vivir rodeado de angustia, ansia, desesperación. Sentir como el calor te traspasa y te quema, te calcina todos y cada uno de tus huesos pero no puedes hacer nada. Porque la mente es el infierno, y el corazón está en la mente. Y duele.
Pero no lloras. No lloras porque has aceptado la situación como parte de tu vida. No chillas porque eres incapaz de articular palabra alguna. Te sientes muda, sola, atrapada en un torbellino de clavos, astillas, agujas y ácido. Y el ácido que te sale del estómago. Vomitando aire.
Y recuerdas cuando lo percibiste, percibiste esas vibraciones y fuiste a por ellas. Como un perro hacia la comida. Como un bebé busca desesperadamente el pecho de su madre.

Pero es tu día a día. El tira y afloja que rechazas y anhelas. La venganza espolvoreada con amor. La ternura rodeada de celos.
Y te vacías, te vacías por dentro con una cucharilla para no sentir más dolor. Porque tienes algo que quieres, y no puedes perderlo. Pero es que no lo quieres. O no sabes. Y de repente ya no lo tienes. Y sientes alivio. Paz. Tranquilidad en tu cuerpo y en tu mente. Empiezas a recomponerte poco a poco, como puedes, despacito. Sin anestesias.
Y descubres que  no, que estás mal, destrozada, vacía. Otro tipo de vacío ocupa tu interior. Y sientes miedo. Muchísimo miedo. Y empiezas a temblar, a sangrar por dentro, a volver a descomponerte porque no sabes que es lo que realmente pasa, que es lo que quieres o que es lo que tienes. Y otra vez el miedo te inunda, te llena, te cala, te abraza. Y no tienes más remedio que correr, para ser más rápida, para ganar unos segundos de ventaja, para evitar que todo ese mar salado que habita detrás de tus ojos inunde tu cara, tus manos, tu ropa y toda una habitación entera. Pero de todas formas te ahogas, te ahogas por dentro, porque ese mar pequeñito está ahí metido, en el pecho, y el pecho sube y baja y grita y se queja. Que por que, que qué pasa, que no quiere, no le gusta, está asustado.
Y tú también.