lunes, 29 de noviembre de 2010

Esperable.

Lo odio. Odio como mientes para ellos. Odio como juzgan y te callas. Odio como sueltas toda esa rabia en forma de flechas envenenadas y luego intentas que corra horchata por tus venas. Y disimulas.
Odio como les dejas empujarme y a veces haces tú lo mismo. Odio como parece que gritas ¡Eh, venga! ¡Que aún se sostiene!  y coges carrerilla. Con ellos. Y caigo. Y cuando caigo lo único que veo es a ti. A ti y a tus ojos infinitos. Mirándome. Observándome. Atento. Casi como sonriendo, pero casi solo. Y eso es lo que parece. Y odio que no lo entiendas. Detesto que no te guste mi imaginación.
Odio.
Te odio por ocultármelo hasta el último instanto. Les odio. Te odio.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Este silencio me está matando.

Una vez que conoces, aceptas y odias la realidad empiezas a plantearte el marcharte.
Pero irte de verdad. Con y a por todas.
Sin importarte que pasará después o que vendrá mañana.



En realidad lo que de verdad me desespera es el bloqueo.
Encontrarme perdida sin saber que decir, pensar o hacer. Escuchar como llueve y no saber que está lloviendo hasta que todo se queda de nuevo en silencio y parece que por unos instantes los mecanismos del reloj vuelven a funcionar.

Pero creo que debería ir a un relojero, me parece que me he vuelto a estropear.