jueves, 15 de octubre de 2009

La tormenta perfecta.

Cada vez que él cerraba los ojos, era porque le picaba la garganta. Porque después de la tormenta, venía el chaparrón. Y siempre le pillaba sin paragüas, joder. Siempre le pillaba sin abrigo y sin zapatos. Y odiaba los charcos. A ella le encantaban.
Adoraba la lluvia y el agua, por eso nunca le importaba que le escociese la garganta o que la habitación se inundase con promesas rotas.Amaba empaparse y sentirse viva.. y debido a ello, aunque la tormenta, el chaparrón o el huracán desenfrenado la pillase por sorpresa siempre sabía como quitarse la ropa y pasar frío, como romper el paragüas y dejar que la lluvia le calase hasta el alma, soltarse el pelo y permitir que el viento se lo alborotase, aunque esto le impidiese ver, sentir o caminar, siempre encontraba la forma de regresar. Incluso descalza y tiritando, podía quererte.

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