jueves, 8 de octubre de 2009

Y llega el otoño.



Llámadme especial pero el verano me agobia. Me cansa, me agota. Me chupa la energía por completo.
Llega Agosto, la última quincena, y me apetece ralentizar el tiempo, crearme unas vacaciones eternas, que jamás terminen. Me desespero porque siento que se me escapa de las manos, que la tranquilidad y la alegría se agotan y percibo como se van apagando lentamente. Y lo noto. Noto como empieza a acercarse Septiembre a pasos de gigante y como Agosto se hace pequeñito y se va. Noto como el sol ya no es caliente, sólo tibio. Y cambio la toalla por una chaqueta. Y las sandalias por zapatos cerrados.
Y me adentro en Septiembre y mi verano se escapa. Chek in, chek out. Fue bonito mientras duro. Y empieza la lluvia fina, el frío de la mañana cada vez va cortando un poco mas, las nubes se van haciendo su huequito en el cielo.
Esta llegando el otoño. Y mi verano se machó. Ni siquiera me di cuenta del día en el que el día dejó de ser azul para convertirse en gris perla..

Y un día, me levanto, y veo que llueve, que llueve a cántaros, que la calle está mojada y huele a hierba y a tierra húmeda. Y todo el mundo evita los charcos que va dejando la lluvia, lleva paragüas y abrigo. Aunque no hace frío, es sólo porque llueve, porque el cielo llora, llora de alegría porque el verano se fue. Aunque eso nadie lo sabe. Sólo yo.
Se fue y tardará mucho en volver.

Pues que tarde. Yo entiendo al cielo. Yo no uso paragüas. Ni tampoco evito los charcos.

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