jueves, 27 de agosto de 2009

Bajo el edredón.


Si juegas con fuego te quemas.
Te quemas los dedos, las manos, los brazos, el torso, las piernas, los pies.
Y si viene con mucha intensidad, te incendias. Y te quedas así a ratos. Incendiada de pies a cabeza, con un sube y baja en el cerebro.
(...)Jack besó lentamente la boca de Amanda, recorrió con la lengua sus labios, despacio, suave. Ella respondió desabotonándole la camisa y dejándose besar. Dejándose hacer.
Sus lenguas raramente chocaban, se trataba mas de besos lentos, con los labios. De momento.
Él la tomó en brazos y ella colocó las piernas alrededor de él. La apoyó sobre la cama, lo suficientemente suave como para no hacerle daño pero lo suficientemente fuerte como para que quedara claro el deseo que sentía por ella.
Entonces todo se volvió mas salvaje, pero sin perder ese punto de sensualidad.
Y tras haber jugueteado un rato con sus cuerpos, tras haber tenido orgasmos y gemidos para todos los gustos, se tumbaron a contemplar el techo.
Hacía calor.

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