jueves, 16 de julio de 2009

Apaga la luz.


Lo que siento es miedo.
Miedo a volver a fracasar, a fallar.
Miedo a ser frágil y débil, y no fuerte como me pensaba.
Miedo a no ser suficiente o a ser demasiado.
Miedo a crear, miedo a sentir, miedo a mirar, miedo a besar.
Miedo a no estar a la altura de sus expectativas. Miedo a que las mías sean demasiado altas.
Miedo a creer, a dar, a entregar algo que me pertenece demasiado.
Miedo al engaño, a los juegos sucios, a la indiferencia.
Miedo al tiempo, que traiciona sin previo aviso.
Miedo a la soledad, a la compañía, a días tranquilos, a días con locura.
Miedo a todo y nada en general. A las alturas y también a sentir los pies en el suelo.
Miedo a la sensación de sube y baja.
Miedo a la confusión, a la tensión, a lo evidente.
Miedo al choque de lenguas, el cruce de miradas.
Miedo a todo aquello que se oxida, que se acaba, que tiene final.
Miedo a saltar, a lanzarmee, a quedarme quieta, a no actuar.
Miedo a no arriesgarme. O a arriesgarme demasiado.
Miedo a quedarme anclada, estancada. Miedo a avanzar.
Miedo a ti. Miedo a mi.
Miedo. Eso es lo que tengo.

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