miércoles, 8 de julio de 2009

Sin pausa, sin prisa.


Como cada lunes se levantó y se preparó un café, se metió bajo el chorro de agua caliente de la ducha sintiendo resbalar las perlitas de agua por su piel.

Como cada lunes se vistió y se peinó, se compró un croissant en la panadería de número 3 y salió al trabajo.

Como cada lunes dió un rodeo por el parque, vió a las palomas, a los estudiantes, el chico del pelo revuelto fumandose un porro y la chica de melena rizada y roja sentada a su lado. El cartero. La furgoneta azul y blanca abandonada. La fuente. Los patos.


Como cada lunes se sentía tan incompleta. Con ganas de todo y de nada.

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