
Asco.
1.m. Repugnancia producida por algo que incita a vómito.
2.Impresión desagradable.
1.m. Repugnancia producida por algo que incita a vómito.
2.Impresión desagradable.
Te he visto reír, y permíteme decirte que tienes la sonrisa más bonita de todo el mundo. O al menos de toda Europa y de toda América. Te he visto enseñarme los dientes y cabrearte, y ellos tenían razón, a veces cuando te enfadas estás graciosa. Como cuando te despiertas por la mañana, siempre de buen humor, y te arrastras entre las sábanas hasta quedarte pegada a mí, siempre lo justo. Porque no te creas que todas las personas tienen buena cara por las mañanas después de correrse una gran juerga la noche anterior. Pero tú con la cara cansada, sin dormir, sin duchar, sin maquillar ni peinar, sigues teniendo esa dulzura, sigues sonriendo cada vez que ticas el viaje de cada autobús, sigues estando. Tú.
Son más de las tres, y en menos de cuatro horas tendré que estar en pie, meterme en la ducha, decidir que vaquero (y no que camiseta) me pondré, tomarme un café a toda prisa y poner rumbo hacia mis clases, hacia el examen de las ocho de la mañana. Pero necesito escribirlo, hacerle un regalo, aunque no lo sepa. Es extraño porque rara vez hablo así de esto. Normalmente huyo de los escritos románticos que hablan de mí. Por alguna razón desconocida no me gusta mostrar demasiado a menudo los sentimientos más profundos de amor, cariño.
Cada vez que él cerraba los ojos, era porque le picaba la garganta. Porque después de la tormenta, venía el chaparrón. Y siempre le pillaba sin paragüas, joder. Siempre le pillaba sin abrigo y sin zapatos. Y odiaba los charcos. A ella le encantaban. 


Veía las horas pasar. Sentía como los minutos se alargaban y la impaciencia brotaba en su interior. 
Estoy en el atobús. Miro por la ventanilla entreteniéndome con cualquier cosa.
Lyla esperaba sentada en la acera, con las piernas cruzadas, fumando e inhalando el humo para tornar aún más negros sus pulmones y su corazón. 




















